Bien dicen por ahí, que en el fútbol no hay nada escrito. Y hoy México confirmó esas palabras. Sucede que saltaron los dirigidos por Juan Carlos Osorio al campo de juego, enfrentando nada más y nada menos que al actual campeón, mismo que un año atrás les hizo cuatro goles en la Copa Confederaciones. El punto es que los aztecas se pararon en el césped con el corazón en la mano (y otras cosas que cuelgan en par) dispuestos a dar el campanazo.
Alemania no es que haya salido confiada, pero es que la presión mexicana no le daba aire a los mediocampistas. Khedira no veía pasar el balón, Kroos no sabía a donde ir, y Özil... pues bueno, digamos que anduvo por momentos aquí y otros por allá. En conclusión general, Alemania estaba tan confundida que se hirió a sí misma. En el otro lado estaba México, entendido que debían fajarse como nunca lo habían hecho en sus carreras. Movían el balón por todo el campo con transiciones rápidas y pelotazos precisos. Atacando en tromba y defendiendo todos. Controlaban el partido. Cuando tocaba pararse en el área de Ochoa, esperaban a los alemanes, y con el balón recuperado se lanzaban al ataque en superioridad númerica. Y justo fue el premio del gol. En una contra, Hirving Lozano recortó a Hummels y disparó raso al palo de Manuel Neuer. No lo creía nadie. Al minuto 35 todo el mundo se agarraba la cabeza, unos celebrando, y otros, incrédulos.
En el segundo tiempo, Alemania despertó, o por lo menos espabiló. Salió un león herido y rencoroso a intentar llevarse el partido, pero México, replegado en su mitad del campo, no permitió ni un zarpazo. Las transiciones alemanas metían el miedo a la hinchada mexicana, pero cuando no se topaban con la zaga, se topaban con un magnífico Guillermo Ochoa, quien decidió dar una exhibición total; como la de Brasil 2014 ante el anfitrión. Y de todas, las sacó todas.
Con Alemania en ofensiva, Osorio le mandó a sus jugadores jugar a la contra. Todo balón perdido de los alemanes terminaba en contragolpe mexicano, aunque es justo decir que se les mojó la pólvora al llegar a los dominios de Manuel Neuer. Una y otra vez, México atacaba por lo menos con dos jugadores más, pero inexplicablemente sus disparos no encontraron la red. Löw intentó darle vuelta al partido con Reus, Gomez y Brandt, pero Memo Ochoa quiso ganar el partido y el marcador no se movió. México destrozó al campeón... y las quinielas.
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